¿QUÉ CARGAS TIENES QUE JESÚS NO PUEDA HACERSE CARGO DE ELLAS Y DEJARTE DESCANSAR? Jesús nos pidió descargar en él nuestras cargas y descansar. Él nos pidió confiar en Él. Nos da su paz. Como Pablo escribe, podemos estar atribulados, pero no hay angustia alguna porque Dios nos protege; pasar apuros sin desesperarnos, porque contamos con el pronto auxilio del Señor; vivir persecuciones y saber que no estamos desamparados, estar momentáneamente derribados, pero nunca destruidos. La fe del Señor es lámpara que aclara, guía maravillosa que nos muestra el camino. Y nada mejor que vivir bajo Su gracia. En su senda.
Dejar que el pasado nos limite y nos hiera, que el rencor anide en nuestro corazón, que la sed de venganza y retaliación nos hierva en la sangre y los complejos, las culpas y las amarguras nos escuezan, es cargar con dolores y mortificaciones innecesarios. ¿Cuántos viven en esa amarga realidad? ¿Permitimos que el Maligno nos amargue con recuerdos desagradables en vez de nosotros celebrar y vivir la alegría de Jesús? Dejemos nuestras cargas a los pies del Maestro y riamos con Él, gocémonos con Él y en Él. Eso es lo inteligente, lo sensato, lo correcto, lo bendito. “Deja que los muertos entierren los muertos”, deja de vivir en el pasado. Sepúltalo. Date cuenta de que Dios te regala un día para que lo disfrutes y aproveches. Estamos bendecidos permanentemente. “No te preocupes por el mañana, pues cada día trae su propio afán”. Deja tus aprensiones sobre el futuro, más bien aprovecha tu tiempo, este presente precioso, para poner tu vida y tus acciones en manos del Señor, de forma que Él bendiga tu trabajo, tu casa y tu vida. Vive tu aquí y tu ahora, confiando en el Señor. Este libro precioso del evangelista Max Lucado nos recuerda este mensaje de Jesús: